Preciosamente rojo
Los atardeceres de Cuenca quitan el aliento si uno los observa desde el lugar indicado. Mi sugerencia es subir a verlos a las faldas del Cerro del Socorro desde donde se tiene una bella panorámica de la ciudad, Casas Colgadas y Puente de San Pablo cruzando sobre el Húecar incluidos.
Si estás ahí podrás ver como Lorenzo se oculta ante tus ojos, justo tras las montañas que tienes frente a ti. Sin prisa pero sin pausa, el astro rey irá escondiéndose y con suerte volviendo el cielo rojo al tiempo que las luces comienzan a encender la ciudad. Para cuando la luz casi se haya marchado las farolas se habrán encendido ya y cientos de lucecinas amarillas tintinearan aquí y allá, como queriendo definir las formas de la montaña.