Tudes y el despoblado de Porcieda

Saliendo de Potes, es recomendable bajar el cocido liebanego (o lo que nos hayamos echado al buche) dando un paseo demasiado ligero para las vistas que ofrece.

Subimos al pueblo de Tudes, una pequeña joya en las alturas donde los pollos y las gallinas 'pastan' en la minúscula plaza del pueblo y las vacas pasean justo a la pista de bolos. Porque Tudes es pequeño pero no lo suficiente para no tener su propia pista de este deporte tan enraizado en esta región. Y sus habitantes son coquetos, como demuestra el florido despliegue que decora muchas de las casas.

Dejamos el coche en la plaza y seguimos cruzando el pueblo a pie hasta encontrar una pequeña senda de tierra, el Camino Pr-S6. Un pequeño recorrido de un kilómetro que nos ofrece vistas impresionantes de los Picos de Europa y desde donde, en los días claros, puede verse el mar Cantábrico.

Merece la pena subir a Tudes en Vega de Liébana, otro de los pueblos bonitos a tan sólo 10 minutos de Potes. Una carretera con bastantes curvas, nos acerca a lo alto, donde están repartidas sus casa, a diferentes alturas por su terreno desigual.

Y ante mi sorpresa un bonito pueblo, con encanto, que ha apostado por el futuro turismo rural. A la entrada una la Taberna del Ingles, con sorprendente decoración y vista inmejorables al balcón de los Picos de Europa.

Enfrente, un complejo en el que me hubiera gustado alojarme, La Casa de las Chimeneas que según me informe, apartamentos según numero de ocupantes francamente muy bien decorados, para la próxima escapada.

El pequeño pueblo de Tudes es, como muchos otros pueblecitos del valle del Liébana, una preciosidad en la que se conjuga a piedra y las flores con muy buen gusto.

En 2010 ganó el reconocimiento de pueblo más bonito del año en Cantabria, y la verdad es que Tudes bien merece una visita, tanto para disfrutar de su paz (tan sólo viven 34 habitantes), como para pasar varios días en alguno de los alojamientos rurales del pueblo.

Horrible. Nunca había pasado tanto miedo, no solo por mí y mi mujer sino sobre todo por los peques. Justo a la salida del pueblo nada más empezar la ruta un toro suelto (luego supimos que tenían varios), creo que el pobre más asustado que nosotros, nos empezó a seguir y tuvimos que parapetarnos los 4 detrás de un árbol y sufrir la embestida del toro a la vez que huía. Lógicamente, nos fuimos sin dar un paso más muertos de miedo los 4 y los niños llorando literalmente por su vida. Algún día sucederá algo...