Piedras y buen llantar.
Antiguamente todos los edificios se hacían con piedra, por eso están ahí todavía , para nuestro disfrute y regocijo, para nuestras cámaras de fotos que parecemos pandas de japoneses, qué digo, de chinos, que ahora están más de moda.
Ahora que estamos tan castigados necesitamos el bálsamo de esas piedras añejas para nuestros ojos y nuestro espíritu, de esas capillas dedicadas a personajes olvidados, de esas penumbras eclesiásticas, refugio de la solanera y la algarabía reinante en el exterior.
El gentío concentrado en la feria del queso ha dejado medio vacías las viejas iglesias y palacios que se han podido ver sin agobios ni aglomeraciones al igual que los paseos por las callejas de adoquines pedreros, piedra por abajo, piedra por arriba, rincones que te sorprenden a la vuelta de la esquina.