Indescriptible, así se podría calificar l...
Indescriptible, así se podría calificar la experiencia que nos tocó vivir en el desierto cuando nos dirigíamos desde Dongola hasta Khartoum. Mientras íbamos por caminos de arena (no hay carreteras, lo único que se puede seguir es una dirección) el cielo se volvió completamente amarillo, sí, sí, amarillo, y comenzó a soplar un viento fuerte que hacía que todo el ambiente quedara cubierto por arena. Es un paisaje increíble, porque todo se vuelve de color sepia (se puede apreciar algo en las fotografías), aunque también he de reconocer que es muy molesto. Los ojos sufren bastante y todo el tiempo estás masticando arena. Lo mejor es taparse de arriba a abajo con cualquier tela. De todos modos, las imágenes que se pueden contemplar cuando hay una tormenta de arena son espectaculares, los escasos caminos que hay desaparecen por completo y la arena llega incluso a tragarse pequeñas casas que está construídas en medio del desierto. Por si fuera poco, cuando comenzó la tormenta de arena llegamos a un lugar en el que había un gran número de camellos, esto hizo que el paisaje se convirtiera en algo idílico, porque es la típica estampa que te has imaginado siempre cada vez que se hablaba del desierto.
