Tierra y mar
Dejamos para el final este precioso templo, quizá porque estaba cerca de casa, o porque queríamos dejar Bali impregnados de su magia y de su ambiente único. Llegamos a la entrada del complejo, que clama al cielo por su rabioso carácter turístico, lleno de bares, de restaurantes, de tiendas ( la mayor tienda de souvenirs de todo tipo que he visto jamás) y miles de ofertas para los visitantes.
Tras pasar esa poco agradable estampa, continuamos con más calma hasta llegar a la orilla del mar, donde se alza uno de los lugares más relevantes de Bali, a 100 metros de la costa. Afortunadamente no llegamos en un momento de mucho ajetreo, por lo que el número de visitantes era relativamente pequeño.