La cueva de los murciélagos
Y de la serpiente. Porque según cuenta la leyenda, en lo más profundo de la montaña, lo más oscuro de la gruta, vive una gigantesca serpiente, Basuki, un espíritu que se alimenta de los murciélagos que cuelgan de paredes y techos.
La serpiente no la vimos, pero a los miles de murciélagos que forraban literalmente las paredes de la caverna si. Y también a los fieles que en ese momento celebraban un oficio religioso en este templo que cuanta con más de mil años de antigüedad y que es fundamental en la vida balinesa por su importante papel en los rituales relacionados con la vida y la muerte.
El corazón del complejo, sin duda, es la cueva que se adentra más de 30 kilómetros en la montaña hasta llegar nada menos que a Besakih, el mayor complejo de templos de Bali.