Gran semana grande
Nos las prometíamos muy felices con nuestro mes de vacaciones en Santander. Ya nos veíamos recorriendo puertos de montaña y pueblos de interior en un singular road trip asturcantabro. Y, de repente, el embrague del coche decide que él también se merece unas vacaciones pagadas a precio de oro. Concretamente, quería una semana de pensión completa en un taller.
Pero como dios aprieta, pero no ahoga, o eso dicen, la divina providencia quiso que el mismo día que nuestro embrague falleció, empezó la Semana Grande de Santander. En todos los principales puntos de la ciudad florecieron como setas infinidad de quioscos, que competían entre sí por ver quién ofrecía el mejor pincho. Para convertirte en un juez, sólo tenías que aportar 2,5€, a cambio de una cerveza y una delicia gastronómica.