Eloy Cruz Garcia
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Cuenta la leyenda que Inés de Bobadilla pasaba los días en lo alto de esta torre vigía, esperando a su amado Hernando de Soto, primer gobernador de la Isla. No sabía que tras haber descubierto la Florida, el río Mississipi, y escalado los montes Apalaches, unas fiebres malditas se lo habían arrebatado cuando aún buscaba para ella la fuente de la eterna juventud.
Tarde tras tarde doña Inés oteaba las olas furiosas rompiendo en el Malecón. Dicen que murió de amor. Fue el siguiente gobernador de la Isla, Juan Bitrián, quien años después mandó esculpir su estatua y colocarla en la atalaya. Él la bautizó como la Giraldilla, en recuerdo de la veleta de la Giralda de su Sevilla natal.
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