Monasterio de San Juan de Duero

Dejemos atrás el casco histórico, donde se arremolinan los edificios, plazas y paseos para bajar al río, a ese Duero que no puede ni quiere separarse de Soria, que la ennoblece y embellece. Crucemos el puente de piedra disfrutando del agua que discurre plácidamente a su encuentro con el mar y llegaremos a la que quizá sea la meta más ansiada de todo visitante de la ciudad.

Tras unos muros se esconde el maravilloso claustro del monasterio de San Juan de Duero, decenas de arcos se mantienen en pie gracias a la maestría constructora de los canteros que los dotaron de una belleza única y serena, diferente en cada uno de sus lados, y que irremediablemente nos transportan a los lejanos países del Oriente Medio, quizá por influencia de las Cruzadas, ya que la orden que lo mandaron levantar eran los Hospitalarios de San Juan de Acre.

Sin duda, uno de los enclaves más mágicos del país.

Sus puntos fuertes comienzan desde el momento en que emprendes camino (a pie, por favor) desde el centro de la ciudad, atravesando la zona que lleva hasta el puente sobre el río Duero. Un camino donde podréis ver tanto algunas zonas relativamente modernas como otras de las clásicas, sin olvidar el jardín vertical y la concatedral.

Sorprenden al llegar sus pequeñas dimensiones, que hacen honor al conjunto de la ciudad de Soria: pequeña pero llena de grandes sorpresas. Una vez dentro, puede resultar chocante encontrar el suelo cubierto de césped contrastando con la hilera de columnas y arcos del claustro, en muy buen estado de conservación pese a su antigüedad, ubicación y encontrarse a la intemperie. Es una delicia descubrir los diferentes estilos de cada parte del claustro.

El claustro de San Juan de Duero es una maravilla del arte arquitectónico. Frente a la sencillez y la sobriedad de la iglesia, el claustro se alza como joven efebo ante una bella pero sencilla aldeana. Sus arcos entrelazados parecen conminarnos a la interculturalidad que tanto se intenta prodigar en nuestros días. La sencilla iglesia nos muestra pequeños ventanucos protegidos por láminas de alabastro y dos caprichosos templetes que, para mostrarnos sus mutuas discrepancias, se han puesto un bonete cónico, uno, y uno esférico, otro.

Hay que lamentar, como en otros monumentos sorianos, el

Este pequeño monasterio con claustro abierto es quizá el rincón más bonito y mágico de Soria. El claustro tiene cuatro tipos de arco distinto, a cada cual más original. Dentro de la ermita las columnas de los dos pequeños templetes ofrecen ocho capiteles dignos de analizar y contemplar. Por ellos no ha pasado el tiempo, arpías, dragones, ángeles y hasta los Reyes Magos. Es un lugar increíble. La entrada son 0,60 entre semana y fines de semana gratuito. Es bonito llegar hasta aquí dando un paseo por las orillas del Duero