Al que buen arbol se arrima...
Se observa un lugar, tranquilo y acogedor. Inmerso en una pinada natural que proporciona una sombra,que es de agradecer, después de una generosa comida.
No os quedareis con hambre. Eso sí, hay que venir sin prisa. El servicio es muy atento, lo que hace que se te olvide la dilatada espera a la que has de exponerte, para recibir su atención. La paciencia para recibir los servicios de los camareros, estaría compensada, si en la cocina lo emplearan para no presentar algún plato poco hecho. Presentación que incita a recurrir nuevamente a la anterior mencionada paciencia. Esta amplia espera, dispensada por los camareros, y extrema rapidez en despachar los platos, por parte de la cocina, serían excusadas si no se diera la circunstancia de que cuantas más mesas terminan y marchan, más paciencia hay que aplicar.