Santi
Abanico de sabores
Lo primero que llama la atención es la decoración. Con gongs a lo largo de las paredes.
También por el centro hay una mesa en la que te puedes sentar mientras el cocinero prepara tu pedido.
Hacía mucho tiempo que no entraba en un japonés. Pero en este noté nada más entrar una diferencia positiva.
El trato profesional es muy bueno.
En cuanto a la comida, me dejé asesorar por los amigos que me llevaron.
Pedí una sopa de verduras, tariyaki de pollo, los rulos de arroz y algunas cosas más.
Al principio las raciones me parecieron escasas, pero el sabor y la cuidada elaboración contribuyeron notablemente a mi satisfacción.
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