Mítico templo del rodaballo a la brasa, donde bajo el arte en brasa del maestro parrillero, logra un punto de elaboración de quitarse el sombrero.
El cual firma en servicio con una auténtica disección y presentación de cada zona del pez por el responsable Aitor Arregi, quien logra conducir al comensal hacia el disfrute organoléptico de los diferentes sabores y texturas de la pieza.
Recomendable no te pierdas otras de sus joyas a la brasa.
Estando en Zarautz la noche del 16 de junio nos recomendaron para visitar y comer al día siguiente; el pueblo de Getaria y el restaurante Elkano. Llamamos y no conseguimos reserva, el restaurante estaba completo ohh desilusión, pero bueno iríamos igualmente a Getaria.
Llegamos, aparcamos los coches en el puerto y empezamos a subir encantados con todo lo que íbamos viendo. Y mira tu por donde al final de una subida, enfrente estaba el restaurante Elkano. Como soy muy cabezota y me habían hablado tan bien del restaurante, decidí insistir y finalmente hable con Aitor, me enseño las reservas de ese día, realmente era casi imposible poder comer ese día. Finalmente con su tremenda empatía y amabilidad, llegamos a un acuerdo. Podríamos comer a la una siempre y cuando nos fuéramos a las tres.
Es de obligada asistencia. El sitio es espectacular. 80€ persona y recomendación rodaballo a la parrilla. Es lógico que el sitio sea mas caro debido a la calidad del producto que ofrecen. Muy amables.
Podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos que Getaria, aparte de disfrutar de una merecida fama por la belleza de su conjunto monumental es más conocida quizá por el inolvidable aroma que desprenden las docenas de parrillas en las que besugos, rodaballos y otros manjares procedentes de la lonja cercana encuentran –habitualmente- el punto justo de cocción para ser degustados por los cientos de gourmets que esperan entre ansiosos y expectantes agolpados en las mesas de los restaurantes cercanos.
Es un placer pasear por las deliciosas callejuelas adoquinadas de Getaria flanqueadas aquí y allá por enormes caserones blasonados, pararse a contemplar como se asan lentamente los besugos , disfrutar de la espectacular arquitectura de la Iglesia del Salvador, contemplar los rodaballos salvajes adquiriendo la coloración adecuada indicativa de que están a punto para ser servidos, disfrutar de la vista del Monte San Antón o simplemente acercarse al puerto y contemplar la flota que surte diariamente de deliciosos frutos del mar a este pequeño pueblo –restaurante.
