Elena Yañez
Siempre habíamos tenido la curiosidad de entrar por cambiar un poco la rutina.
Años atrás no inspiraba confianza, pero cada año poco a poco van reformándolo y dándole mejor pinta. Este año parecía recogido y medianamente agradable, aunque con un toque decorativo demasiado femenino, rozando lo austero y lo hortera.
Al acercarnos, la camarera fue un encanto, solo que cuando nos sentamos a comer se llenaron las mesas, y estando ella sola no daba a basto. Y contando todo ello con la calidad de la comida, lo aconsejaría para tomar el aperitivo (los chanquetes estaban deliciosos), o para tomar unas cervezas y ver los partidos, pero no como para esperar una comida de una
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