Para repetir
Antes se llamaba La Bona Cuina, lo regentaba el padre de Salva y Pablo Martinez, que ahora lo llaman El Gordo y el Flaco.
La decoración es vanguardista, y con mimo puesto en los detalles, los platos firmados con el nombre del propietario, las cartas personalizadas con gusto, y los elementos decorativos atrevidos como poco (la foto del plátano se presta a unos minutos de conversación sobre su acierto).
Me gusta la idea de compartimentar los restaurantes en varios comedores, aquí hay cuatro, el nuestro con una sola mesa redonda, en el espacio Veuve Clicquot, dos con tres mesas creo recordar, y otro nada más entrar al local con un espacio más amplio.