En el restaurante El Alfar nos trataron de película.
Te cuesta un poco encontrarlo, pero cuando lo encuentras y vas a entrar todavía no sabes lo que te vas encontrar. Te recibe una música que ya te va dando pistas de que aquí lo importante es el cliente. Y entras en el restaurante. Y en 5 segundos ya sabes: 1) Que vas a comer bien. 2) Que el precio no se va a disparar. Y luego compruebas que las dos cosas son ciertas. Se come muy muy bien y a unos precios muy competitivos. Las raciones además son espléndidas. Nos tomamos unos croquetones, un pisto con huevo y un entrecotte. Todo muy sabroso y el entrecotte, espectacular. Tuvimos la suerte de conocer al dueño que se deshizo en explicaciones y comentarios.