Comida familiar con increibles vistas
Mientras paseabamos por Peñiscola vimos a lo alto un restaurante con una increíble terraza protegida del insufible calor de julio. Aunque tuvimos que subir por las calles nos mereció la pena.
Ibamos un grupo de siete personas de las cuales tres son pequeñas (por lo que buscabamos algo casero) y disfrutamos muchísimo de la atención, de la comida (hicimos una selección para poder picar de todo un poco) y de las vistas. La fideuá de muerte, el vinito rosado fresquísimo, de categoría, los arroces en su punto y la variedad de tapas y entrantes muy correcto.
Después, tomar un cafecito y dejarte mimar por el viento que entrar desde la playa es una delicia.