Un buque insignia de los asadores arandinos.
En Carrequemada (el camino que llevaba a Quemada, ya extramuros de Aranda) hay un asador que ha colocado (junto a otros) a Aranda de Duero en el mapa de la restauración más excelsa; se trata de un comedor acogedor y con reminiscencias taurinas donde degustar una serie de entrantes, entre los cuales yo particularmente destaco las mollejas para los que sepan apreciar la casquería, más populares son los langostinos traídos de Sanlucar de Barrameda, los calamares a la romana, la morcilla, o su excelente revuelto de setas.
Todos ellos suelen preparar el camino para el plato fuerte, el cordero lechal asado, auténtica religión en esta villa, escoltado por sus acompañantes tradicionales: una ensalada de lechuga y cebolla (para desengrasar) y el vino tinto de la tierra, rematando con unos postres caseros de calidad excepcional.