Se llama Tomás, y hace muchos años dejó to...
Se llama Tomás, y hace muchos años dejó todo para ponerse al servicio del peregrino a Santiago de Compostela. El rincón que eligió para instalar su refugio es Manjarín, una aldea abandonada sobre la desolada carretera LE-142, ruta que transitan los peregrinos entre Astorga y Ponferrada, y considerada uno de los tramos más difíciles del Camino leonés.
Tomás no es un persona común. Es lo que se dice todo un personaje. Con una facha entrañable, mezcla de santo y hippie viejo, el hombre sigue de manera escrupulosa la filosofía y ritos templarios. En su muy humilde refugio de piedras centenarias, acompañado por fieles seguidores, Tomás recibe con los brazos abiertos a quienes deseen descansar un rato, comer algo, tomar algo fresco o caliente, pasar la noche en el albergue o asistir a las llamativas ceremonias que practica varias veces al día.