Diana Patricia Montemayor Flores
Salpicado de arroyos y árboles frutales
Así llamaban los misioneros jesuitas fundadores de la Misión de san Javier ubicada el la Sierra la Giganta a este portal de piedras basálticas y de canteras. Era una forma de mostrar a los indios residentes de esta tierra los beneficios y el cambio de vida que tendrían una vez que ingresasen a la vida de la misión y recibieran no solo el bautismo y el fin de la fe, sino los beneficios de la vida en comunidad y los bienes que trae consigo el conocimiento de la agricultura. La puerta da a lo que fuera el huerto de los frailes, un jardín inmenso salpicado de arroyos y los árboles frutales.
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