La cuna de la flor bretona
La cuna de la flor bretona…y vikinga. Las flores campan a sus anchas por este pueblecito, que parece estar parado en el tiempo. El reloj no corre ya y la vida de la gente transcurre tranquila a la vera del río Trieux, que baja bravo y rumoroso entre las calles de la villa sin saber que su fin estará próximo. Ha sido cruce de caminos y de pueblos. Los vikingos explotaron el estuario del Trieux, muy rico en marisco y pesca de bajura, y como punto de escala para sus travesías. Sus calles empedradas con cantos redondos y llenas de tiestos de flores hacen de Pontrieux un lugar ideal para pasear. El canal que lo atraviesa se puede hacer en barca y permite apreciar todas las villas campestres y de recreo que se han construido a su alrededor.