visita más que obligada
En esta última visita a Valladolid no teníamos por qué pasar por ella, pero hay que reconocer que es uno de esos rincones de la ciudad que te llaman. Tiene mucho encanto y la tienen perfectamente cuidada.
Pese al frío que hace ahora en invierno, uno llega a la plaza y no puede impedir darse un respiro y disfrutar de las vistas.
Luego, una vez hecho esto, te puedes ir tranquilamente a alguno de los sitios de tapas que te encontrarás en los aledaños. Un buen Ribera de Duero y todo arreglado.