En lo más alto de Montblanc
Quizá temerosos de los enemigos que podrían llegar por los cuatro puntos cardinales, o sencillamente por una cuestión aleatoria, la villa de Montblanc tuvo su origen en este cerro que fundaron y poblaron los íberos y del que aún se siguen encontrando restos.
Mas tarde, reconociendo el gran valor estratégico de este punto geográfico se levantaron una pequeña iglesia, y por supuesto un imponente castillo rodeado por una pequeña muralla. Como estamos hablando del siglo XII, podemos entender que de aquello nada queda, tan sólo los cimientos de los edificios y un pozo cegado.
Por eso, lo que tenemos que hacer, después de haber ascendido al cerro por las cómodas rampas, o para los más inconformistas por los senderos de tierra que salpican la pequeña colina, es disfrutar del precios paisaje que nos rodea, respirar una tierra de valles y cerros que vieron pasar, según se dice a los elefantes de Anibal y nacer la leyenda de San Jorge y el Dragón.