Desde la Pirámide de la Luna
Teotihuacán es un lugar único donde se conjugan la Historia, la arquitectura y el misterio. Nadie sabe el nombre real de esta ciudad que en su época de apogeo fue una de las más grandes del Mundo. Nadie sabe la causa de su abandono. Nadie sabe qué pasó con sus miles de habitantes.
Ubicada en el centro de México, a una hora y media del DF, es un lugar de imprescindible visita. Impresionan sus dimensiones, su magnificencia, su grandeza en ruinas. Y sobre todo es inevitable sentirse empequeñecido ante las gigantescas dimensiones de sus grandes pirámides, la del Sol y la de la Luna.
Las vistas desde lo alto de la pirámide del Sol tras el penoso ascenso por su escalinata merecen la pena. Pero mis vistas favoritas son las que se tienen desde la plataforma a los pies de la pirámide de la Luna. Este es uno de mis rincones especiales, con la kilométrica Avenida de los Muertos extendiéndose ante mi flanqueada por las viejas edificaciones sagradas. Un lugar para sentirse admirado y para reflexionar acerca del paso del tiempo, del olvido y de la banalidad de nuestros esfuerzos de no ser olvidados por generaciones futuras.