Santiago Orduña
Como agua de mayo
Perú tiene muchos aspectos positivos. Pero muchos. Eso sí, álguien tendría que prohibir los claxon en ese santo lugar. Podríamos decir que un turista puede soportar una media de 20 claxonazos por cada cinco minutos.
El motivo no es que te odien o que te quieran ver el culo (bueno eso no sé), sino que es la forma en la que los taxistas llaman la atención de los viadantes para saber si es que, a pesar de que el turista no haya hecho ademán alguno en requerir los servicios de un taxi, puede haber la remota posibilidad de al verlo lo pare. Esto no sería tan descabellado sino fuera porque la mitad de la ciudad tiene un taxi o un mototaxi. Ahí el humor ante el claxonazo, cambia.
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