Alberto Sifuentes Giraldo
La apoteosis del Manierismo
El Palazzo Te de Mantua alberga algunas de las obras más impresionantes de de Giulio Romano, quien no por nada era el discípulo predilecto de Rafael Sanzio.
Cuando el talento de un grande del arte como él, se ve auspiciado por un mecenas con un gusto exquisito como Federico II Gonzaga, el resultado es una de las obras más grandes del Renacimiento, con un programa iconográfico complejo y apasionante, en el que las divinidades del Olimpo bajan a la tierra y se distribuyen en las estancias de este magnífico palacio, que era la envidia de muchas cortes europeas, contando con huéspedes tan ilustres como Carlos V y habiendo sido además objeto de la ambición napoleónica.
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