El Palacio y la Casita del Príncipe
Hoy vamos a desplazarnos fuera de Madrid, aunque El Pardo es un barrio de la capital. Salgo por la autovía de La Coruña y a la altura de Puerta de Hierro cogemos la salida hacia la M-30 y de ahí hacia el Pardo. Viajamos unos seis kilómetros por la M-605, carretera que discurre entre encinas centenarias y en la que no es extraño divisar algún gamo, ciervo o jabalí. Es impresionante ver y sentir toda esta naturaleza (más de 15.000 hectáreas) a tan solo ocho kilómetros de la Puerta del Sol, pero Madrid, de vez en cuando, nos da estas sorpresas. Llegamos al pueblo entre edificios militares y tras las rejas de la entrada principal se adivina el suntuoso palacio que he venido a visitar. Aparco sin problemas (entre semana) y dado que el día es agradable me doy una vuelta por el pueblo que apenas a variado desde los más de cincuenta años que hace que lo conozco. Al fin llego a la verja que da acceso al palacio y lo primero que me encuentro es un jardín excepcionalmente bien cuidado. En general, el conjunto está en perfecto estado de conservación, como corresponde a unas instalaciones que son utilizadas con asiduidad como residencia de los jefes de estado de las distintas naciones que nos visitan; de hecho solo se puede ver los días que está libre de tan ilustres moradores. Por una gran puerta lateral y previo pago, accedo al recinto. Pero hagamos un poco de historia:
Fue Carlos I quien lo manda construir sobre la base de un antiguo castillo erigido durante el reinado de Enrique IV en la primera mitad del siglo XV que a su vez lo construye sobre una cazadero levantado por Enrique III, conservando la disposición y parte del foso del primitivo castillo. Las obras terminaron ya bajo el reinado de Felipe II pero en el siglo XVII un pavoroso incendio lo arrasa y Felipe III ordena su reconstrucción. Con la llegada de los Borbones es Carlos III el que acomete una restructuración total dando al edificio la apariencia con la que hoy le conocemos, encomendando las obras a Francesco Sabatini, el que fuera arquitecto del Palacio Real de Madrid. No obstante, una de las alas del edificio sigue conservando la disposición de la edificación de los Austrias, incluido uno de los dos patios porticados con los que cuenta. Ene este palacio murió Alfonso XII en 1885 y ya en el siglo XX, desde 1939, se convierte en la residencia del Jefe del Estado, el general Francisco Franco, hasta su muerte en 1975 Después, como ya hemos dicho, ha servido y sirve como residencia de los jefes de estado que nos visitan.