Debo confesar que en mi camino hacia...
Debo confesar que en mi camino hacia Los Montes de Toledo me detuve en Oropesa sólo porque se estaba haciendo de noche y quería encontrar un hotel. O sea: No tenía mucha idea de lo iba a encontrar en el pueblo. Mi sorpresa fue mayúscula: No sólo conseguí una habitación en el espectacular Parador, sino que la villa me enamoró.
Sombreada por la mole cercana de Gredos, y enclavada sobre un promontorio, la villa y su fantástico Palacio Condal –donde se emplaza el Parador- envuelven con su aliento medieval. Oropesa es pequeña, arracimada dentro de unas imponentes murallas. Dentro, las callejuelas estrechas, salpicadas de arcos y pasadizos, son una invitación a pasear.