Retiro absoluto
El Mediterráneo, espacio de andares y desandares de apóstoles, frailes, santos y ermitaños, alberga una infinita cantidad de lugares donde todos aquellos que como Simón el Estilita querían aislarse del resto del mundo, podían dedicar el resto de sus vidas a orar y trabajar en beneficio propio y en el de su comunidad religiosa.
Y Cabrera era el lugar ideal para ello, por lo que una congregación de monjes asentó aquí sus reales a mediados del siglo V. La comunidad apenas crecía, era muy pequeña debido a las duras condiciones de la vida en la isla a las que nadie quería someterse.
Y claro, morían de viejos, de enfermedad o de hambruna y había que enterrarlos. Así que se construyó una necrópolis que hoy podemos ver muy cerca de la playa y que son poco más que agujeros en forma de sarcófago excavados en la tierra y forrados en piedra. Sencillos nichos para lamas sencillas y quizá puras.