Hélène et Mathieu
En primer lugar, la arquitectura...
En primer lugar, la arquitectura interior del museo es bastante impresionante: en torno a un eje de luz, el arquitecto Roger Bastin nos lleva bajo la Place Royale, donde descubrimos las obras de los belgas y extranjeros que datan de los siglos XIX y XX.
Algunas obras son inevitables, como Magritte y Delvaux. Sin embargo, me parece que el museo carece de coherencia entre los cuadros presentados. Las salas no están bien equipadas pues carecen de temática y de comparaciones de las obras.