Un alojamiento curioso
La primera impresión fue un tanto extraña con tanta privacidad, tanto logan con la discreción...
Un lugar muy curioso. Nos sorprendió que no hubiese recepción, llamas al portero automático, te dicen "habitación tal", te abren la valla, tú vas con tu coche a la habitación que te corresponde, que tiene un garaje cerrado, te abren la puerta del garaje, metes tu coche y cierras la puerta. A partir de este momento, ya no existes.
El garaje accede directamente a tu habitación. Una habitación enorme, eso sí llenísima de espejos por todas partes.
No ves a ningún empleado, pero el servicio es magnífico. En la habitación tienes un pequeño torno, donde dejas tu tarjeta, ellos te pasan la factura. Si quieres comer algo, lo pides por teléfono y te lo pasan a través de ese torno, sin llegar a ver nunca a nadie.