La luz se cuela entre los espesos...
La luz se cuela entre los espesos marojales de Izki, el Parque Natural que como un gran corazón inunda de aire puro y verde en interminables gamas a la Cuadrilla de Campezo-Montaña Alavesa. Aquí, caminando alguno de sus senderos, uno se siente solo, aunque sin embargo y sin explicación, muy acompañado. En grupo y con mochila a la espalda hemos salido de Apellániz, un bellísimo pueblo de piedra amarillenta que huele a huerta, a leña y a establo, rumbo a Marquínez, una población al otro lado del Parque rodeada de fantásticos murallones de roca. Dicen que luego de dejar atrás el castañar de Apellániz la distancia es de nueve kilómetros. Parece mucho dicho así, aunque ya entregados a las suaves pendientes de la pista hemos perdido la noción del tiempo y de la distancia. A medida que avanzamos la magia del bosque nos envuelve. Sobresale el marojo, ese roble que aquí llaman almez, aunque más allá surgen quejigales, carrascales, hayedos.