La maravilla estambulí
¿Oponentes, enemigas irreconciliables, o cómplices centenarias? Siempre lo pienso. Parado en el parque de Sultanahmet, entre las dos. Por un lado la fortaleza de fe, la inigualable Santa Sofía, por otro la arquitectura hecha espuma, brillante como los azulejos que la adornan por fuera y envuelta con ese aura que parece emanar de todas los templos musulmanes, la Mezquita Azul.
Entrar en ella es dejar que la imaginación vuele, retroceder en el tiempo quedando en el mismo espacio, entrar en la historia y ver como los gobernantes devuelven a Alá las mercedes y bondades que les han sido concedidas en forma de palacios de fe.