Para el último día en Beijing me r...
Para el último día en Beijing me reserve una visita tranquila, a paso lento y relajado. Fui hasta allí en metro: Una estación del sureste de la ciudad. Llegué al mercadillo alrededor de las onze de la mañana. Los puestos estabán llenos de vida : Ir y venir de gente y palabras incomprensibles; y colorido, mezcla de objetos: Abanicos, calendarios, jade, sedas y cuadros pintados en seda, antiguedades, monedas , imánes,...Después de dar una vuelta, me detuve en un puesto donde me había parado con anterioridad. La chica del puesto regateó conmigo- más agresivo, más rápido, nada de amigos, en comparación con el estilo de venta árabe- y al final conseguí un muy buen precio, Según ella, pocos occidentales cumplen las promesas, yo había cumplido una: Volver a su puesto antes de cambiar de escenario turístico. Otra chica de otro puesto me confirmó que había llegado a un muy buen precio cuando vio la mercancía de recuerdos.