Recuerdo a un ultraje
Un simple fragmento de pared, rodeado de mármol, señala el lugar donde en 1871 fueron fusilados por los españoles ocho estudiantes de medicina cubanos como represalia por haber profanado, supuestamente, la tumba de un periodista español (en realidad no lo hicieron). El vigilante del cementerio español, Vicente Cobas, mortificado porque aquel grupo de jóvenes que “había descompuesto sus siembras” al entrar sin permiso por el camposanto, hizo una falsa delación al gobernador político Dionisio López Roberts, diciendo que los estudiantes habían rayado el cristal que cubría el nicho donde reposaban los restos del español Gonzalo Castañón. Frente a los paños de pared formados por las ventanas del edificio usado como depósito del cuerpo de ingenieros, se colocaron de 2 en 2, de espaldas y de rodillas a los infelices inocentes, fusilados a las 4:20 por el piquete de fusilamiento.