Lonja de Seda o Lonja de los Mercaderes

La Lonja de los Mercaderes o Lonja de Seda de Valencia es Monumento Nacional desde 1931 y Patrimonio de la Humanidad desde 1996, en la categoría de Patrimonio Cultural.

Azorín escribió que “si quisiéramos definir la bella ciudad en pocas palabras, diríamos que Valencia es la ciudad de las flores, de la seda y de la poesía”.

El edificio lleva el nombre de la exótica y cotizada tela de seda que venía del lejano oriente hace siglos y era uno de los productos más cotizados, un tipo de comercio que plasmó magistralmente Alessandro Baricco en su novela Seda.

En 1469 el Consejo de la Ciudad decidió construir un edificio que albergara el floreciente comercio de la época, ya que Valencia era una de las ciudades más importantes del Mediterráneo. compitiendo con otras como Génova y Marsella.

Este lugar excepcional, patrimonio mundial de la UNESCO, fue construido para facilitar los intercambios comerciales en la época de expansión económica de Valencia. Se encuentra en la plaza del mercado, en frente de la iglesia de los Dos Juanes, otra obra de arte de esta época.

La Lonja de la Seda fue construida entre 1482 y 1533, y se usaba para el negocio de la seda, que contribuyó mucho a la expansión de la ciudad. La sala a la que entras primero es la preciosa sala de contratación, donde se fijaban los precios, de estilo gótico tardío. Es un ejemplo precioso del poder de la ciudad en esta época.

Hay varios edificios que no pueden dejar de visitarse cuando llegas a Valencia, pero sin lugar a dudas uno de ellos es la Lonja de la Seda o de los Mercaderes. Construida por Pere Compte uno de los maestros "picapedrers" más importantes del momento, muestra el poder y la riqueza de la que gozó la ciudad de Valencia en el siglo XV.

Construida enfrente de lo que más adelante sería el Mercado Central de Valencia, es hoy en día uno de los edificios más emblemáticos de la capital del Turia. Impresionante sobre todo es la "Sala de Contratación" donde podemos admirar las columnas helicoidales típicas del gótico mediterráneo. Estas columnas se retuercen en el cuerpo y se abren como si de palmeras se trataran cuando alcanzan el techo del edificio.