Era el primer día de viaje. Habíamos s...
Era el primer día de viaje. Habíamos salido a mediodía de Valencia con la furgoneta, y antes del anochecer ya habíamos cruzado a Francia. Nada más pasar Perpignan, decidimos que era momento de buscar un lugar en el que dormir. No conocíamos la zona, no teníamos guía, ni GPS, y en nuestro mapa no aparecía ningún camping hasta, al menos, Narbonne.
La costa sur francesa está salpicada de mares interiores y brazos de tierra que cierran una parte del Mediterráneo. En el primero de ellos, uno de los nuestros puso el dedo, diciendo algo como "uhm, Leucate... Este sitio tiene que ser bonito. ¿Vamos para allá?". ¿Y por qué no?
A los 10 km. De la salida de la carretera principal, encontramos una playa entre dos mares que, con una isla enmedio y la villa de Leucate como decorado de fondo, no era sino un sitio de acampada libre lleno de viajeros: Furgonetas, caravanas, tiendas de campaña de todos los países. No nos lo creíamos. Encontramos un lugar justo frente a la isla, en la misma arena. Aún nos lo creíamos menos. Plantamos nuestro campamento y nos dispusimos a pasar la mejor noche que recordamos en años.