Roberto Gonzalez
Las Ramblas de Santa Cruz
Desde el primer momento, la avenida de cuatro carriles ( dos en cada sentido) y un amplio paseo peatonal central adornado con los queridos y de generosa sombra, laureles de indias traidos de Cuba, se convirtió en una especie de Paseo de la Castellana. Por él desfilaban diariamente los carruajes, luego coches, de los más eminentes y distinguidos vecinos de la capital. Grandes villas y edificios de estilo art noveau y ecléctico jalonan el paseo algunos asomándose directamente a la calle, como el instituto de higiene y otros escondidos tras un frondoso jhardín, como Villa Petra.
A estos edificios se le sumaron los colegios de religiosas que crecieron al amparo y sustento de los más acaudalados y que educaron a la élite capitalina.
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