Una visita muy didáctica
No soy muy partidaria de las visitas guiadas, ya que me gusta ir a mi ritmo y observar com mis ojos curiosos mientras intento contestar miles de preguntas que se me plantean, pero debo reconocer que la visita guiada al Monasterio de Yuso ha sido una auténtica lección de historia y de arte.
Tenía vagos recuerdos del por qué de la fama de Yuso, del por qué de las glosas, pero con la perfecta, concisa y práctica explicación que nos ofreció la guía que nos acompañó durante la visita al Monasterio, nos pusimos al día y además fue muy amena.
Visitar Yuso es volver al pasado, a nuestras raíces lingüísticas, a una época de sosiego, de cultura y de arte, pero, sobre todo, de aprendizaje.