La Taberna de Rufino

Cuando pasas 50 veces por delante siempre piensas, tengo que parar para comprar alguno de los "quesucos de Cantabria" que ofrecen en esa tienda. Cuando por primera vez paras, compras algún queso...
para llevar y piensas, que simpático este paisano que atiende y que maja es su mujer, la que cobra. Y caray, que raciones se toman los lugariegos, volveré.

Cuando otro día pasas a tomarte alguna ración descubres que al fondo, despues de atravesar el bar/tienda/confesionario que es el lugar, tienen un apartado donde dan de cenar. Y como se cena!!!! Las anchoas, antológicas. Las jigas (lomo adobado), sensacionales, los pimientos, las alcachofas, el queso, el salchichón y el chorizo, todo con materia prima de la zona, BRUTAL!!! Y encima el precio es muy muy asequible. Marco, el hijo de Rufino atiende las mesa siempre con una sonrisa, es un gran tio.

Me encanta los sitios como este .... Familiares y con un muy buen ambiente. Todo muy rico, las anchoas una pasada y si te gusta algo lo puedes comprar. Es un bar tienda de los de siempre. Tiene mesas y barricas. Además puedes beber vino a porrón...

Estábamos alojados en el Hotel Las Torres que está a 1km, fuimos andando y guiados por las recomendaciones que leímos aquí. La verdad es que para ir en plan picoteo está muy bien. Tabla de embutidos ibéricos y queso 12 euros, jarra de cerveza mediana 5 euros, jijas 12 euros. Ojo no te lo dicen pero se pueden pedir medias raciones, la de jamón va al peso. Nosotros pedimos una, no sé cuánto pesaba, pero estaba muy bueno y nos cobraron 8 euros por un platazo. Al igual que otros usuarios lo recomiendo. El local es pequeño y tiene pocas mesas.

En pleno centro de Castillo Siete Villas, un bar de raciones, tapas, porrones y productos típicos de la tierruca. Todo esto sumado al hecho que nada mas entrar por la puerta te encuentras con la sonrisa y el excelente trato de sus propietarios hacen de La Taberna de Rufino un lugar de los que enamoran.

Uno de los mejores sitios en los que disfrutar de un buen rato acompañado de familia o amigos, podréis degustar una extensa variedad de raciones de picoteo, como su inigualable tabla de embutidos, chorizo a la sidra, ventresca de bonito, todo ello remojado con una jarra de vino, cerveza o sidriña, podréis adquirir productos de la tierra y no lo dudéis... Seguro que repetís el volver.

Comida de baja calidad, servicio suficiente, la materia prima deprimente. Compatriotas, ni pasen por esta tasca.

Es magnífico el trato, muy familiar y la comida excelente.