La importancia de llamarse Ernesto. Gran Teatro

El teatro no se puede leer, hay que verlo, dice un profesor. Así que hoy toca a Oscar Wilde y su crítica burlona, su enredo amoroso, su época victoriana. A mí esta representación, de Claudio Martín, me parece un tanto forzada, pero a mis compañeros les encanta. Alguien, especializado en literatura británica, me dice que debe ser así esa pequeña exageración, porque si no, estaríamos modernizando la obra.

Por lo demás, el Gran Teatro de Cáceres, a medio llenar, aplaude la función con entusiasmo. De Oscar Wilde prefiero El retrato de Dorian Grey, que ví representar hará un par de años en