Mi Giralda
Qué puedo decir de la Giralda, procurando ser justo con todo lo que esta maravillosa torre milenaria me ha dado.
Vivo a unos diez minutos andando de este "techo de Sevilla", por lo que me parecería una desfachatez no visitarla con gran frecuencia. Es el lugar donde uno puede pensar mientras mira la ciudad. Los problemas no son tan grandes desde ahí arriba. Las preocupaciones se transforman en exageraciones. De repente, el ruido de la urbe se adormece, los coches y las personas se convierten en hormigas, y todo es más bello y celestial.
Las rampas para subir a lo alto de la Giralda son largas, pero siempre merece la pena. Una vez que uno está arriba, contemplando todo desde el mejor mirador posible, es imposible no bajar de nuevo con una sonrisa en la cara, consciente, desde luego, de que todo lo que nos preocupa en la vida saldrá bien.