Esta alberca de Trujillo es el monumento más antiguo y desconocido de la ciudad. Su origen es romano, y ella llevaban a los animales a beber agua los ganaderos en época omeya. Tiene 14 metros de profundidad excavados en la roca, y una escalera del s. XV facilitaba bajar hasta el agua para recogerla o para su limpieza.
Hemos visitado Trujillo en familia y hemos salido encantados de este restaurante. Muy acogedor y bien cuidado. Son muy atentos y el servicio es rápido. En cuanto a la comida, todo estaba en su punto, las migas riquísimas, las croquetas espectaculares y el solomillo se deshace en la boca. Los postres... Hay que probarlos.
Atención esmerada del propietario y los camareros (a pesar de estar lleno y no parar de llegar gente solicitando mesa). Carnes en su punto,postres ricos, precio correcto.
Cuando vuelva a Trujillo repetiré.
Si vuelvo a Trujillo no me vendría si comer aquí otra vez.
