Bretagne
Un trocito del paraíso
Tocar el suelo de Houat es una bocanada de exotismo. Desde el puerto de Saint-Gildas y más allá de las casitas blancas, encuentras una naturaleza intacta, casi virgen, poco fotografiada. Barcos de cascos multicolores amarran en forma de espiga en el puerto. Los privilegiados pescadores ocupan los mejores lugares del muelle de 5 kms. Aquí no hay glamour; la isla se muestra tal y como es: auténtica y discreta.
Más allá del pueblo, no hay carreteras, ni muretes, sólo la vegetación baja salpicada de caminos llenos de arena. Existe un sendero que da la vuelta a la isla por el que te puedes perder y disfrutar de un tranquilo paseo descubriendo el Atlántico más hermoso.
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