Iglesia Mayor Prioral

Edificio espectacular por su fachada principal y también por su interior. En la zona centro del casco antiguo y cerca del castillo.

En noviembre, entre semana abren a las 18h (tienen los horarios en la puerta pequeña de la fachada, pintada sobre baldosa). Altamente recomendable para visitar.

Y por fin una iglesia que sigue utilizando velas de verdad en vez de bombillas eléctricas (las tienes que comprar antes en la sacristía, carcasa roja, 0,50 las medianas y 0,80 las grandes).

Dedicada a la Virgen de los Milagros, patrona de la ciudad, es un edificio construido en el siglo XV, con modificaciones posteriores. En él se observa desde el estilo gótico de la puerta del Perdón, hasta el barroco de la Puerta del Sol.
Presidiendo la plaza de España, es un lugar encantador, en la que anidan las cigüeñas y el silencio.

La iglesia Mayor Prioral de el Puerto de Santa María es uno de los rincones más emblemáticos de la ciudad. Impresiona casi más por dentro que por fuera, la altura de las bóvedas es enorme. Todo el altar mayor es una verdadera obra de arte. En esta iglesia está la imagen de la Virgen de los Milagros patrona de la ciudad.

Esta iglesia fue mandada construir por los Duques de Medinaceli, en el siglo XIII y las obras tardaron en finalizarse cuatro siglos. Consta de tres naves, con capillas laterales, donde pueden contemplarse imágenes de un valor incalculable y en particular un hermoso retablo de plata, traído de México. La fachada, construída con piedra arenisca, es de estilo barroco.

En el interior de la iglesia, donde existen muchas e interesantes obras de arte, se pueden destacar el magnífico retablo de plata mexicana realizado en 1682 por el platero José Medina en San Luis de Potosí (México), situado en la capilla del Sagrario; el retablo barroco del siglo XVI de la capilla de la Virgen de los Milagros, de la escuela de Pedro Duque Cornejo; la sillería del Coro, atribuida a Juan Bautista Vázquez el Joven, y el baldaquino monumental de estilo neoclásico levantado en el centro del presbiterio a finales del siglo XVIII por el reconocido arquitecto local Torcuato Benjumeda.