El fin del románico
Escondido, casi desapercibido entre el conjunto catedralicio del barrio gótico, perdura el último edificio romànico de Barcelona y quizás de Cataluña.
No sé las veces que habré pasado por aquí en los años que llevo viviendo en Barcelona, y nunca la había encontrado abierta, por fin, hace pocos días, el destino me regaló uno de los tesoros ocultos de esta impresionante ciudad mientras regresaa de una reunión de trabajo: poder visitar el interior de Santa Llúcia.
Pequeña, oscura, misteriosa, románica (en un tiempo en el que el gótico ya despuntaba), de una sola planta y terriblemente bonita. Repleta de símbolos, calaveras y restos de tumbas, no sé cuanto tiempo he permanecido dentro de este lugar. Creo que he aprovechado por las veces que he intentado visitarlo sin acierto.