M. C.
Hotelito pequeño, en plena Selva Negra, ...
Hotelito pequeño, en plena Selva Negra, regentado por una señora. Increíbles las vistas. Abres la ventana y te sientes como Heidi. El único problema es que la señora, una viuda octogenaria sólo habla alemán y no le importa que tú no. Ella te da conversación como si te hubieras criado en Alemania de toda la vida. El desayuno, buenísimo y muy completo. Las habitaciones, cómodas y calentitas. Es su propia casita reconvertida en hotel. Muy recomendable. Y barato: 30 euros por persona y día, creo recordar.