Naturaleza brutal con servicio impecable
Llegué a la oscura silueta del singular Hotel Remota en plena tormenta otoñal de Patagonia. La gente de estos lugares fríos y de clima imprevisible tienen un carácter previsiblemente amable y el clima contrastaba con la hospitalidad y calidez humana del equipo del hotel que salieron a nuestro encuentro antes que Carlos, el chófer del hotel que nos recogió en el aeropuerto de Punta Arenas, tuviera tiempo de poner el freno de mano. He tenido ocasión de alojarme en unos cuantos hoteles en mi vida, algunos de mucho lujo, estrellas y fama pero el servicio que he disfrutado en el Remota consiguió sorprenderme. Se ha conseguido un equilibrio perfecto entre la deferencia exigida en un producto de lujo (con precios de lujo) y la relajación y liberación de formalidades necesarias para comprender y disfrutar de la naturaleza de este lugar tan especial. En un sin fin de detalles es evidente que todo el hotel está pensado para que el visitante disfrute con todos los sentidos. Detalles como que la estructura portante de edificio, en forma de columnas de hormigón estén separadas de las paredes y ventanales para que el edificio pueda moverse con el viento y dar al visitante la sensación de estar en una gigantesca tienda de campaña (¡créanme se mueven de verdad!). El único hilo musical del hotel es el que pone la madre naturaleza desde fuera, lluvia o granizo contra cristales, el viento o el canto de las aves. No hay televisión, ni falta les hace porque por cada una de sus ventanales se puede ver un documental de naturaleza en vivo y directo.