El tamaño, no importa.
Y es cierto, porque éste pequeño hotel, es enorme en todos los sentidos.
Su diseño minimalista y la armonía entre el vidrio, el metal y el blanco de sus paredes
crean un ambiente tan luminoso, que a pesar de ser Diciembre, parece que la recepción
estuviera en la calle.
Descubrir los grandes ventanales de la habitación y ver salir el sol, detrás de la fortaleza
es una experiencia que te puede dejar "colgao" en el tiempo.
Limpieza absoluta y espacios en los que no sobra, ni falta nada, amén de un plan de evacuación del edificio excelente, ya que cuenta con escalera exterior de incendios enmascarada con metacrilato
que a la noche, se convierte en una elegante "cortina azul", hacen del PortoCristo un lugar
altamente recomendable.