Despertar azul.
El Hesperia está situado muy cerquita del Guggenheim, pero en la orilla de enfrente. El cristal de cada ventana es de un color diferente y esto, aparte de darle un aire modernista a la fachada, hace que a la luz del día cada habitación sea única.
A los chicos les pareció demasiado el color verde de su habitación, pero a mi me enamoró el azul de la mía. Por no hablar del diván que queda enmarcado dentro de la cristalera, parece que flotes sobre el Nervión.
La habitación era perfecta: amplia, bien iluminada aunque con cortinas capaces de mantenerla totalmente oscura durante el día (muy importante en un hotel).