ANADEL
Es uno de esos hoteles que recomiendo de forma especial
Es uno de esos hoteles que recomiendo de forma especial, y no por su lujo o comodidades, sino por tener y ofrecer al huésped algo único.
Había avisado de nuestra llegada tardía, aterrizamos tarde en Trieste y todavía quedaban los últimos comensales en la terraza del restaurante que recae en la misma playa, pero la cocina estaba cerrada y nos ofrecieron de inmediato un plato de fruta y agua fresca en la habitación, esos detalles hacen grandes los sitios.
Este es un clásico hotel que quedó demodé, con su decoración de los 50, sus fotos antiguas en las paredes, y sin ascensor, pero con unas maravillosas vistas sobre el mar que está más abajo con su playita reservada, y un desayuno con mantel en la terraza que obvian esas incomodidades.
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